Es absolutamente indiferente el genero del abogado, tanto un abogado en masculino como una abogada en femenino realizan un trabajo sin matices derivados de su sexo u orientación sexual.
Habrá personas que se sientan más cómodos con un hombre o con una mujer, pero será algo personal y subjetivo, pues objetivamente el trabajo tiene el mismo valor y que después sea mejor o peor dependerá de sus actitudes profesionales y no del género masculino o negativo de su carnet de identidad.
Pasa lo mismo que con jueces y juezas que en muchos casos los ciudadanos perciben que es mejor si es hombre o mujer. Pues bien, tampoco es algo significativo, relevante ni diferenciador.
¿Mejor abogado hombre o abogada mujer?
Es mejor un buen abogado o abogada de nuestra confianza, eso es lo principal. Que reúna los requisitos que nos generen confianza como son: Conocimientos, experiencia, soltura y pericia profesional… etc. Después que sea hombre o mujer no supondrá que un abogado o abogada presente un mejor o peor servicio, pues el tribunal en sus escritos y manifestaciones no valorará cuestiones de género, sino de derecho que afortunadamente a día de hoy ya se ha superado cualquier tupo de discriminación.
Es evidente que cada cliente después preferirá un abogado hombre o una abogada mujer por un conjunto de cuestiones. Si entre ellas valorar el género masculino o femenino, en su criterio está, pero dentro de la libertad de mercado y competencia profesional es parte de la oferta y demanda.
Diferencias entre abogado y abogada
Las diferencias no son un problema sino que son enriquecedoras. Cada abogado o abogada:
- Tendrá el despacho en una zona más o menos céntrica o bien comunicada.
- Contará con un gran equipo o será un profesional individual.
- Tendrá unas actitudes físicas o personales (edad, gafas, altura, complexión, estilo de vestuario.. etc etc)
- Enfoque profesional.
Es algo que no hace mejor o peor a un abogado o abogada, sino que suma que en su conjunto una persona opte por una decisión final. Para contratar a un abogado o abogada fíjese en sus valores, opiniones de anteriores clientes, en su experiencia, especialización, valores, vocación, implicación profesional… etc pero el prejuicio de que sea mejor abogado o abogada, no deja de ser eso, un prejuicio que superar.
La inclusión e igualdad se inicia desde una educación igualitaria y sin prejuicios que nos permita valorar a las personas y profesionales por su calidad como persona o cualificación profesional, no por su sexo.
Mi mejor abogado.